Sos... LIBRE
Pasaron algunos segundos desde que dije la consigna. La cara se le fue transformando y pude contar al menos tres muecas. Al principio, claramente su cara esbozó felicidad, calma, relajación, paz. Sus ojos empezaron a mirar el techo y luego, a cada detalle de la habitación. Apareció el desconcierto, podía ver el vacío en su mirada. El lápiz se cayó al piso y dudó en levantarlo. Lo hizo. Silencio. Suspiro. Se inquietó. Miró la hoja, después a mí y de nuevo la hoja. Daría cualquier cosa por meterme en su cabeza; vale aclarar que esa fue mi intención desde un principio. Tercer mueca: indefinida. Tenía el ceño fruncido y los ojos vidriosos. Abrió la boca y mirando al piso susurró: "NO PUEDO". ¿Alguna vez le dijiste a un chico "hacé lo que quieras" cuando no lo estabas retando o intentabas darle una lección? Pensalo.