Donde Mueren Mis Palabras

Lunes de otoño no es un lunes cualquiera. Es amarillo y naranja. Es tibio y templado. Ideal para una sopa. Las ramas a veces se chocan y el viento se escucha. Las hojas aplauden. Jean, zapatillas y camperita. Calor al sol y a la sombra las manos frías. Te veo, te toco, te huelo, te escucho, te saboreo. Agradable en todos los sentidos, el otoño.

Porque todo es aprendizaje de vida, y cuando dejamos de hacer algo queda ahí, esperando por más. Esperando que escribas una palabra más en un blog, esperando un par de pinceladas más en un cuadro. Nada se abandona para siempre, porque para siempre no existe. Porque hasta lo que nos cuesta nos está esperando ahí, en el tintero de nuestros fracasos personales, en el anhelo del mejor de los éxitos. 

Facebook cumplió 10 años hace poco y de regalo, armó un video a cada usuario, donde entre otras cosas, figuraba el posteo con más comentarios hechos de cada usuario. Anuncios de casamiento, nacimientos, mudanzas y recibimientos universitarios fueron los que más vi. A lo largo del tiempo se ha vuelto una necedidad compartir estos aspectos de la vida con "amigos de Facebook". ¿Por qué? Porque es una red social y como tal, en muchos momentos distintas personas nos brindan apoyo, cariño, contención y además se ha vuelto un espacio de expresión. (sentimental y comercial). Todos estos comentarios, para volver a la pregunta de origen: ¿Hacemos las cosas por nosotros o por los demás? Y acá va mi respuesta: Las cosas son de uno, para uno, pero los demás ayudan ya que el no defraudarlos es un buen motivo para seguir adelante. El 1/1/2012 dejé de fumar y lo publiqué en Facebook. Recibí muchísimo apoyo en la decisión que había tomado (que mal estaría si tuviera un entorno que se h

"Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil,   lo difícil es criar un hijo, regar el árbol y que alguien lea el libro." Pequeños grandes momentos marcan nuestras vidas. Insignificantes para algunos, dramáticos para otros. Espacios vacíos, baches, roles vacantes. Entender y sentir no siempre van de la mano. Entiendo muchas cosas pero mi corazón no puede sentirlas de esa manera. No las asimilo. Vivo con esa extraña confusión interior. "¿Habrá sido mi culpa?", "¿Qué pude haber hecho de malo?" , a lo que sigue: "¿Hice algo malo?". Entonces tomo aire, suspiro y me abrazo a mí misma.  Personas que se venían acercando, vuelven a alejarse. Se trata de la constante re-acomodación de las cosas, de las personas, de los roles. Porque todos los días, sin darnos cuenta, elegimos qué somos y hasta donde dejamos ser. ¿Loco? No. Normal. La vida es tiempo y en él, todo cambia. Nada se mantiene, todo se transforma. Nos acercamos

Abrir las ventanas, sentarme en el sillón, elegir un libro. El gato se sube al sillón, abrir el libro, Cortázar. Acariciar al gato, leer el prólogo, Rayuela. Tomar una decisión, el gato ronronea, estiro los pies. El sol entra por la ventana, leo el libro desordenado, anoto una frase. Suspiro, me distraigo, quiero escribir. Mi marido me mira y cierra la puerta, el gato se estira, me cebo un mate. Imagino París, pienso en este juego de palabras, abrazo el libro. Miro por la ventana. El gato se para, da una vuelta en el lugar y vuelve a acostarse. Pienso: mi gato, el prólogo, palabras, una frase, el sol, jugar, abrazar, sillón, ventanas abiertas, decidir, escribir, un libro. Releo en voz alta. Suspiro. Decidir e scribir un libro.

Porque sos el primer lugar al que me escapé. Porque me siento libre en tu tierra. Porque en tu río dejo que se vayan mis miedos. Porque tu aire me obliga a amar con intensidad.  Porque en tus verdes siento la paz que no consigo en otro lugar. Porque cada paso que doy, lo sueño ahí. Con vos.