Algo distinto


Ya van algunos días -tal vez más de una semana- en que su comportamiento había cambiado. 
Primero las "ofrendas" en la cama, esas hojas otoñales que tanto lo apasionan flotando en el aire a veces se filtran en el balcón y él se encarga de depositarlas en mi cama. Todas las que puede. Lo acaricio, se las saco, las tiro. Hojas secas, duras, sin color prácticamente. 
Otra de las cosas misteriosas que escapan de la rutina habitual en mi gato es que se está portando muy mal a la mañana. A tal punto de que todos los días me despierta entre las 7 y las 8 am -sí, también los fines de semana- lo que derivó en más de una discusión con mi marido para ver quien se levanta de la cama y ver qué quiere el gato. Su comportamiento propiamente dicho es maullar, hacer ruido con las piedritas sin usarlas y jugar con el recipiente de comida, en una palabra hacer "quilombo".
Pero hoy, hoy pasó algo distinto. Hoy ya estaba despierta y vi cómo entró a la habitación, se asomó a la ventana y se acostó al lado mío. "Algo distinto está pasando desde hace unos días", pensé.
Y no me equivoqué.

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